Lo sucedido en un restaurante de kebabs en Turquía es uno de esos clavos ardiendo a los que se agarrarán los detractores del plato más conocido del país otomano. Aproximadamente 950 personas han resultado intoxicadas en un restaurante en el distrito de Korfez tras consumir pollo en mal estado.
Los hechos sucedieron durante los últimos coletazos del Ramadán. Centenares de personas acudieron al local a comer y, al poco tiempo, empezaron a encontrarse en mal estado. Poco tardaron los profesionales de sanidad en encontrar el vínculo común que unía todas las intoxicaciones.
Los dueños del local fueron arrestados y el establecimiento precintado. Uno de los dueños, el cocinero, defendió delante de los medios de comunicación su receta. “Vendimos kebab a unas 2.000 personas en dos días. Desconocemos la causa de los incidentes. Si el pollo estuviera en mal estado, lo habríamos detectado al cocinarlo”.
El otro todavía fue más allá e incluso culpó a los clientes de su intoxicación. “Quizá enfermaron por haber comido muchos kebabs. Tal vez sus cuerpos no lo toleraron. Seguimos las normas de higiene y mi receta tiene un sabor especial desde hace años. No jugamos con la salud de nadie”, zanjó.
Por suerte, ninguno de los pacientes falleció, aunque sí hubo algunos casos algo más complicados. “Muchos pacientes visitaron los hospitales como medida de precaución, pero no existe ningún caso crítico”, explicó el director de Salud de Estambul, Yuksel Pechlevan. Evidentemente, todo el caso ha llevado a las autoridades a hacer una reflexión sobre la conservación de la carne en restaurantes como este.